Existen una serie de patrones comunes del desarrollo infantil que sirven de referencia a la hora de identificar posibles señales de alerta para la detección del TEA.
Se relacionan fundamentalmente con la adquisición de una serie de habilidades esperadas en torno a los 12, 18 y 24 meses de edad.
Estos factores, de forma aislada, no implican que un niño o niña tenga TEA, pero sí hacen aconsejable una evaluación especializada que confirme o descarte el diagnóstico. Además, conviene tener en cuenta que no todas las señales se dan simultáneamente en todos los niños y niñas y que, en cualquier edad, se pueden presentar los signos establecidos en las etapas previas.
El M-CHAT es un test altamente fiable en la detección de síntomas relacionados con el TEA. Este test puede ayudar a una primera detección y por lo tanto a encaminar a padres y profesionales hacia la búsqueda de un diagnóstico especializado. Es muy importante recalcar que es una prueba de cribado y que NO establece ningún diagnóstico, sólo nos indica si hay que estar alerta. Enlace
Cuando tenemos sospechas de autismo, nos debemos plantear la necesidad e importancia de realizar una valoración diagnóstica lo antes posible. El objetivo de ello es tanto descartar, como confirmar estas sospechas, así como determinar una intervención lo más temprana posible, lo que puede determinar en buena parte el pronóstico y desarrollo posterior de la persona.
SEÑALES DE ALERTA
En el siguiente cuadro se recogen algunas de las señales de alerta más comunes que podemos encontrar en las personas con TEA.
Hay que tener siempre presente la individualidad de cada persona sin olvidar que es única, por eso este cuadro es orientativo.
La observación de estas señales hace recomendable una valoración exhaustiva del desarrollo del niño o la niña.
Conoce AQUÍ las señales de alerta para la detección precoz del autismo.
ANTES DE LOS 12 MESES |
Escaso contacto ocular |
No muestra anticipación cuando se le va a coger en brazos |
Falta de interés en juegos interactivos simples (como el cucu-tras) |
Falta de ansiedad ante los extraños |
Falta de sonrisa social |
ENTRE LOS 12 Y LOS 18 MESES |
No balbucea y/o no hace gestos para comunicarse (como señalar o decir adiós con la mano) |
No responde a su nombre |
No mira hacia donde otros señalan |
No señala para pedir algo |
No muestra objetos |
Tiene una respuesta inusual ante determinados estímulos auditivos (hiper o hiposensibilidad) |
Ausencia de imitación espontánea |
ENTRE LOS 18 Y LOS 24 MESES |
No dice palabras sencillas |
Retraso en el desarrollo del lenguaje |
Falta de imitación (gestos, acciones) |
Juego repetitivo (alinear objetos, abrir y cerrar) |
Ausencia de juego funcional o simbólico |
Escaso interés por relacionarse con iguales |
Falta de juego funcional |
Ha dejado de utilizar palabras (regresión del lenguaje) |
ENTRE LOS 24 Y LOS 36 MESES |
No dice frases espontáneas de más de dos palabras |
Uso estereotipado del lenguaje (como ecolalias o referirse a sí mismo en tercera persona) |
Entonación extraña (Prosodia) |
Falta de sonrisa social |
Consigue cosas por sí mismo, sin buscar ayuda de un adulto |
No comparte logros con los demás |
Escaso reconocimiento o respuesta a emociones de otros |
No se une a otros en juegos de imaginación compartidos |
Le cuesta iniciar juegos simples con otros o participar en juegos sociales sencillos |
Preferencia por actividades solitarias |
Insistencia y necesidades de establecer rutinas |
Hipersensibilidad o hiposensibilidad a ciertos sonidos, texturas, iluminación… |
Selectividad en alimentos |
Estereotipias o manierismos motores |
Patrones posturales inusuales (como caminar de puntillas) |
DIAGNÓSTICO
A día de hoy, no es posible diagnosticar el TEA mediante marcadores biológicos, sino que se precisa de una valoración especializada basada en la observación y análisis exhaustivo del comportamiento de la persona, realizada por un equipo multidisciplinar de profesionales con formación específica en TEA.
Cuando existen sospechas de TEA, es fundamental realizar esa valoración diagnóstica exhaustiva cuanto antes, con el objetivo de descartar o confirmar el diagnóstico.
Un diagnóstico precoz es la clave para acceder cuanto antes a una atención temprana específica y especializada, que resulta esencial para favorecer el desarrollo y la calidad de vida de los niños y niñas con autismo, al mismo tiempo que favorece el bienestar emocional de las familias.
La intervención temprana es la clave para que cada persona con TEA alcance su máximo potencial.
El número de personas que reciben un diagnóstico de TEA en edades adultas aumenta cada año. Durante mucho tiempo se hizo referencia al autismo como una condición de la infancia, suponiendo una gran barrera para el bienestar de las personas a todas las edades. Resulta prioritario atender a su realidad y a las necesidades que se derivan en la etapa adulta en las personas con TEA.
El equipo que diagnostique debe contar con distintos perfiles, como psicólogos, médicos, logopedas, psicomotricistas, etc. En este análisis se tienen en cuenta aspectos relacionados tanto con el propio niño/a como con su entorno, tales como:
Exámenes médicos
- Exploración audiológica
- Valoración genética y neurológica
- Exploración otorrinolaringológica
- Presencia de otras patologías asociadas
Desarrollo evolutivo hasta el momento de la valoración
- Comunicación
- Interacción social
- Conducta
- Juego
- Funcionamiento intelectual
- Habilidades académicas
- Habilidades de autonomía y vida independiente
- Habilidades motoras
Evaluación psicológica
- Desarrollo intelectual
- Habilidades de comunicación e interacción social
- Habilidades de juego
- Aspectos atencionales
- Habilidades adaptativas
- Habilidades académicas
- Habilidades motoras
- Contexto y recursos disponibles
- Capacidades y puntos fuertes de la persona